Ataques de ansiedad.
Las personas, por lo general sufren de ansiedad. Unas más, otras menos. Es algo que he aprendido con el paso del tiempo. Más y más compañeros de profesión acaban confesando que en algún momento de sus carreras han sufrido de este mal. Los viajes, los horarios en su mayoría nocturnos, la responsabilidad, la presión, las horas invertidas, los nervios por la gente en la pista, por las expectativas… Hay miles de factores que hacen que la profesión de DJ sea propensa a la ansiedad. Generalmente, con una buena alimentación, ejercicio, mucho descanso y un mínimo cuidado personal la ansiedad se puede gestionar. Pero hay caso más graves, como bien sé, me he dado cuenta de lo importante que es para un iniciado o profesional saber que esto puede pasarle a la gente. Por eso, quiero compartir mi experiencia con vosotros.
Llevo sufriendo ataques de ansiedad desde los veintiún años de edad. He leído enormes cantidades de libros y textos referentes a la ansiedad y el pánico. He asistido a cientos de terapias, de psicólogos, de médicos… he probado hipnoterapia, flores de bach, fármacos, meditación… ¿Mis síntomas? Sentir que no respiro, presión en el pecho, el estómago del revés, tiritar sin control, eructos, sudores fríos, mareos, vómitos, el corazón a mil por hora, espasmos, diarrea, ganas de llorar… ¿Ilógico? Por supuesto, pero en ese momento, las sensaciones creadas en mi cabeza se vuelven «reales». Al ser “reales”, hiperventilo. Al hiperventilar, me angustio. Entonces me ahogo. Y esa sensación de ahogo es real, sin comillas, y finalmente todas esas sensaciones se suceden sin control en mi cuerpo.
Por todo esto me decidí a tratarme contra el miedo y el pánico, que es, de alguna forma, algo esencial para seguir vivos. Pero una cosa es sentir miedo de forma racional y otra muy distinta que el miedo te domine, que llegue la ansiedad y se produzca un ataque de pánico. Por eso es importante, vital, controlar el miedo. Por desgracia, no siempre es posible.
Hace unos meses me dio un ataque de ansiedad mientras pinchaba. Era la segunda vez en mi vida que me pasaba pinchando. No sé las razones exactas, pero todo se desencadenó cuando intentaba relajarme unos minutos en el camerino antes de salir a pinchar. De repente la pequeña habitación se llenó de gente que no conocía de nada, invadiendo lo que yo consideraba mi “espacio” para estar tranquila antes de trabajar. No terminó ahí la cosa. Era un único camerino para una sala de mas de 1.000 personas y muchísima gente trabajando en ella, así que entiendo que lo tuviera que compartir, el problema es que mas de 10 personas entraron para hacerse unas rallas.
(Vale, no voy a entrar en el tema de las drogas por que creo que cada uno puede hacer lo que quiera con su cuerpo, pero honestamente… yo no sirvo para drogarme y tampoco me gusta tener drogas cerca)
A mi ver drogas me espanta, me incomoda mucho por mis malas experiencias con ellas. Pero si encima en una situación justo antes de salir al escenario entran un montón de desconocidos montando follón a mi camerino a hacer algo con lo que no estoy cómoda, me empecé a angustiar. Tuve que salir a tomar el aire, pero ya comencé con arcadas y terminé vomitando, eructando y con las manos dormidas. Quedaban menos de 10 minutos para salir a pinchar y no me encontraba bien, pero cuanto mas pensaba en ello, peor me ponía, llegó un momento en que no podía ni hablar de las arcadas que tenía.
Mi manager se encargó de decirle al encargado de la sala por lo que me estaba pasando. Me preguntó si quería cancelar y le dije que no. Pero insistí en que me pusieran un cubo en la cabina por si me daban nauseas. (Me resultó bastante humillante tener que pedirlo y acabar vomitando delante de tanta gente, pero me resultaba mas humillante tener que cancelar por una “chorrada” que me había pasado en el camerino). -Mientras escribo estas líneas recordando aquello resoplo del agobio- El caso es que al final fuí a pinchar, salí al escenario, puse una canción, luego otra, pero no era capaz de concentrarme en las mezclas, ni siquiera podía escuchar con atención las canciones. Tenía hormigueo en los brazos y en las manos, tiritaba, resoplaba y tenía nauseas. Intentaba fijarme en el público pero no quería que se dieran cuenta de mi estado, así que sufría el doble por que no podía ocultar lo que me estaba pasando. Se me acercó mi manager y me dijo “pincha con el sync, que no estas dando ni una” pero es que ni siquiera era capaz de pensar en las canciones que quería poner. Se me acercó el residente de la sala y me dijo si necesitaba ayuda, que si me encontraba bien… mientras tanto me aguantaba las ganas de vomitar, sudaba muchísimo, sentía un alien en el estómago y no sabía ni lo que estaba haciendo. Estaba completamente aterrorizada. Solo quería acabar cuanto antes por que la situación se me había ido totalmente de las manos. Respiraba intentando tranquilizarme, pero estaba segura de que la gente se daba cuenta de que yo no estaba bien. Y lo peor, empecé también a pensar que podrían creer que yo me había drogado. La pescadilla que se muerde la cola. Elegí una playlist y fuí poniendo canciones, esperando que pasase el tiempo para poder salir de allí cuanto antes.
No habían pasado ni 20 minutos (aunque a mi me parecieron horas) cuando se me acercó de nuevo el encargado y uno de los residentes y me sugerió que lo dejase. Por una parte me sentí muy aliviada, por otra me sentí humillada, me sentí que decepcionaba a los allí presentes, en la imagen que debería de estar dando, en que nunca mas me volverían a contratar en esa sala, en que el pánico me había ganado la batalla… demasiadas cosas, pero en menos de 10 minutos estaba tumbada en la parte de atrás del coche de mi manager, con un orfidal en la boca y respirando por fín mas tranquila. Al día siguiente la sensación de arrepentimiento, impotencia y decepción es enorme. Todavía me jode recordarlo y no haber podido con ello. Todavía sigo pidiendo perdón al encargado y a los asistentes de la sala por aquel día.
Hoy en día existen muchas alternativas para controlar el miedo: métodos, técnicas, medicina clásica, alternativa. Pero os aseguro que ninguno de estos métodos son baratos. Los ejercicios, tanto deportivos como de respiración, ayudan mucho. Técnicas de relajación y meditación también. Todo está en nuestro interior. Simplificaremos todo en una frase mítica de un clásico de la ciencia ficción fantástica: Star Wars.
«El miedo es el camino al Lado Oscuro. El miedo lleva al odio, el odio a la ira, y la ira lleva al sufrimiento».
«No sientas miedo» se repite mucho en esta saga. La prueba máxima para un Caballero Jedi es la Prueba del Espejo. En ella, el aspirante debe enfrentarse a su mayor miedo, que por lo general es (¡sorpresa!): UNO MISMO.
En el ámbito personal, nos enfrentamos constantemente al único ser que nos conoce totalmente, al único que conoce nuestras habilidades y puntos débiles. En ese conflicto YO vs YO, uno elige si gana el Yo temeroso o el Yo que conoce y enfrenta el miedo. El resultado no deja de ser una elección que debemos aprender a dominar y tomar.
No puedo decir que he vencido a los ataques de pánico, aunque ahora los afronto de diferente manera, mi terapia ha avanzado mucho en este tiempo y no he vuelto a tener un ataque tan fuerte, aunque me enfrento a la ansiedad día a día. Mis detonantes son demasiados y difícil es la tarea de controlarlos a todos. Pero tampoco diré que esta «enfermedad» me ha terminado venciendo. La lucha continua, y la balanza se inclina hacia el control. Aun así, ese control que voy ganando lo pierdo en ocasiones, y es durísimo ver como tu mente va por un lado y tu cuerpo por otro. Ver que te puede afectar a tu vida social, a tu vida sentimental o a tu vida profesional, os aseguro que es una impotencia terrible. Sobre todo porque cuando comienzas a perder el control, estás perdido. Y puede pasar en cualquier momento: cruzando la calle, cogiendo un tren, un avión, en el trabajo. El miedo a no saber cuándo perderás el control puede facilitar que pierdas el control. Y eso hay que trabajarlo. Porque si no lo haces, no podrás llevar una vida normal.
Me ha costado mucho escribir estas líneas porque tenía miedo de abrirme a un tema tan delicado y que en muchos sitios es considerado tabú, profesionales del sector a mi alrededor me recomendaban no hablar sobre mi ansiedad por que me quedaría sin trabajo. No todo el mundo comprende la gravedad de este problema, y a los que no les pasa nada de esto, creen que la solución es sencilla. Además ¿quién va a querer contratar a alguien que sufre ataques de ansiedad? ¿Quién va a querer emparejarse con alguien que tiene miedo del miedo? ¿Cómo se apoya a una persona que no sabe controlar su pánico? Yo ya me he hartado de ocultarlo. No quiero tener miedo nunca mas.
A la hora de escribir estas líneas, han pasado treinta y una primaveras.
[Texto extraído de mi libro «Mamá quiero ser DJ» que saldrá a la venta a principios del 2015]
uff Marta me quedo muerto … Mucho animo y pedazo de valor que tienes al describir todo lo qur has contado . Mucho exito compañera
Hola Marta, leo esto la noche de Halloween y me resulta más sobrecogedor que cualquier historia de las que se cuentan estos días, el terror que siente uno con uno mismo, el castigo que nos infringimos a nosotros, el dolor que nos podemos causar es mucho peor que lo que nadie nos puede hacer.
Es por eso que tus palabras y tu lucha diaria, tu valentía al afrontarlo y tu generosidad compartiéndolo seguro que sirven de inspiración a mucha gente que convive con el miedo, no es mas valiente quien no siente miedo sino quien vive con el cada día y sigue adelante.
May the force be with you